Jeffrey Epstein

Por: Sergio Villalta

La parte más brillante de una conspiración es la que se escucha tan inverosímil, que las personas nunca están dispuestas a creer que puede suceder.

La mejor conspiración es la que se mira como algo inconcebible, que se tiene como una fantasía que es imposible. En especial cuando el plan involucra a los poderes del gobierno.

Durante el fin de semana hemos visto un torbellino de información sobre la muerte de Jeffrey Epstein. Mientras él estaba bajo la custodia de la policía de Nueva York.

El portal libertario Zero Hedge informa que entre los «amigos» y huéspedes que asistían a sus «fiestas» están: Donald Trump, Bill Clinton, Ehud Barak (exprimer ministro de Israel), Tony Blair (exprimer ministro del Reino Unido), el Príncipe Bandar de Arabia Saudí y el Príncipe Andrés del Reino Unido.

También el exsenador George Mitchell, el exgobernador Bill Richardson, Bruce King, (otro exgobernador de Nuevo México) y el exgobernador de Utah y exprecandidato presidencial John Huntsman.

También miembros de la socielité internacional como Peter Soros (nieto de George Soros), Kevin Spacey, Alex Baldwin, Courtney Love y una larga lista de CEOs de Wall Street.

Epstein volaba en su propio avión un Boeing 727, entre sus residencias de Paris, Nueva York, Nuevo México, Florida y las Islas Vírgenes.

Su avión privado era conocido como el «Lolita Express», en alusión al nombre usado por los pederastas para identificar a sus víctimas.

Bill Clinton admitió haber viajado tres veces en el «Lolita Express». Epstein asístió a la boda de su hija Chelsea Clinton. La fotografía se ha hecho viral.

El mes pasado la policía de Nueva York lo arrestó bajo los cargos de «tráfico de personas con fines sexuales». Se encontraron cientos de fotografías y videos en su residencia.

Se piensa que Epstein prestaba sus mansiones para que sus «amigos», abusaran sexualmente de niñas y adolescentes.

Sin embargo, el American Herald Tribune publicó algo más. Ghislaine Maxwell, la mujer que encontraba a las jóvenes adolescentes para las «fiestas» que daba Epstein a sus invitados, es la hija de Robert Maxwell.

Maxwell era un hombre de negocios de origen judío. Después de su muerte, de manera inusual el gobierno de Israel le brindó un funeral de Estado.

Según el American Herald Tribune, al funeral de Robert Maxwell asistieron varios exjefes de la inteligencia israelí.

¿Por qué el gobierno israelí le daría un funeral de Estado a un empresario neoyorkino? ¿Y por qué asistieron varios exjefes de la inteligencia?

Esto ha dado lugar a más especulaciones. ¿Era Epstein un agente de inteligencia? ¿Era él parte de una operación para controlar a políticos y banqueros?

Por último, la gran pregunta es: ¿cómo se pudo «suicidar» Epstein en una celda construida para evitar suicidios? Todo es algo tan inverosímil que parece algo imposible de suceder.

 

 

 

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